¿Nos quitará el trabajo la IA?

La Inteligencia Artificial está en boca de todos, tanto si tenemos trabajos relacionados con la tecnología como si no. Para aquellos que estamos todo el día hablando de innovación y viendo cómo el mundo cambia a un ritmo cada vez más acelerado, es indudable que esta tecnología ha llegado para quedarse y que más nos vale aprender a convivir con ella y aprender a utilizarla.

El Mundo ha publicado un artículo con un titular que me llamó la atención. Decía que la inteligencia artificial pone en riesgo 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. No dice “pondrá” o “puede poner”, sino que habla en presente. ¿Ya? Pues según este artículo, Goldman Sachs dice que sí, y que “el grupo más afectado sería (aquí ya usamos condicional) el de los trabajadores con estudios que realizan tareas de asesoría legal y administración.”

Según el mismo artículo y un estudio de las Universidades de Princeton, Pensilvania y Nueva York, todos los que trabajen en servicios legales deberían echarse a temblar y currárselo para ser más competentes porque los procesos sencillos y repetitivos se podrían automatizar con estas tecnologías. Y yo me pregunto – ¿Pero no se estaba ya automatizando ya todo lo automatizable? ¿No estábamos ya en ese camino? Pues sí, pero, por lo visto, se produce el mismo miedo que cada vez que sale una tecnología disruptiva al mercado.

Ya lo vimos cuando llegó la revolución industrial (bueno, yo no estaba viva, pero lo he estudiado…) y todo el mundo entró en pánico porque muchos trabajos iban a comenzar a desaparecer. Pero, por supuesto, aparecieron otros oficios, y otros trabajos entre los que se incluía arreglar esas máquinas. Es cierto que por aquel entonces no hablábamos de máquinas con inteligencia y no había tantas historias de “robots que se habían vuelto malvados y habían tratado de conquistar el mundo”.

No obstante, (casi) todo el mundo sabe separar la realidad de la ciencia ficción y todavía no nos da miedo encontrarnos de cara con un Cyberdyne Systems T-800 modelo 101. El debate, como decía antes, va por otro lado: ¿Va a disrumpir esta tecnología de manera que quite tantos puestos de trabajo que hunda la sociedad (como dicen algunos)? ¿Nos va a quitar los puestos de trabajo a las personas que nos dedicamos a escribir y a redactar? ¿Y a las personas que trabajan en doblaje? ¿Y a los que trabajan en asesoría legal? ¿Es ética la inteligencia artificial? ¿Cómo se va a educar a esa AI para que no tenga sesgos? ¿Supondrán un auge de la productividad y nos facilitará el trabajo? Como todo, hay dos caras de la moneda y vemos los mismos debates en todos los foros.

Yo, que soy de las que intentan ver el vaso medio lleno, me pregunto qué parte de este debate y del alarmismo sirve a los intereses de las empresas que están llegando -relativamente – tarde a la carrera y qué parte tiene como estrategia vender periódicos mencionando una determinada marca, aunque no se tenga mucho que decir. Como decía Oscar Wilde: «Lo único peor que ser hablado es no ser hablado».¡Paren el desarrollo de ChatGPT durante al menos 6 meses! Dicen algunos. ¡Pensemos en las consecuencias que puede tener para la sociedad!  Y en Italia, de momento, prohíben usar ChatGPT como si no hubiera otras herramientas que hacen, si no lo mismo, cosas muy parecidas.

Mi humilde opinión es que, de momento, lo que veo son herramientas en beta, que todavía tienen mucho que aprender pero que tienen un tremendo potencial de recopilar información de las personas que lo utilizan. Y sí, hay que continuar enseñándolas, y los datos que ofrecen no son veraces y hay que comprobarlos y es muy probable que tengan sesgos de raza, sexo, etc. Pero son divertidas, y son útiles. Y son un foco tremendo de información… Bilateral.

Esto lo digo porque el otro día estaba jugando con character.ai y alucinaba con la cantidad de preguntas que hace el sistema y las pilas de datos que podría sacar sobre mí en base, no solo a lo que respondo, sino también a la clase de preguntas que hago y cómo interactúo con la herramienta. Me hizo pensar en que hay que educar y concienciar a la sociedad sobre lo que es la AI y sobre los datos que damos online. También recordé la película HER, y pensé en la cantidad de personas que están solas hoy en día y que podrían pasarse horas hablando con un chatbot que, a veces, parece realmente humano (y más inteligente que algunas personas, ya dicho sea de paso).

De momento para mi trabajo, la comunicación, las relaciones públicas, la comunicación corporativa, este tipo de herramientas no son una amenaza, sino, como indicaron en una charla interna que dieron recientemente en Hill+Knowlton Strategies un foco increíble de inspiración. Desde las imágenes, gráficos y vídeos que puedes crear con AI hasta el borrador de un post o inspiración para una historia. A corto plazo, no nos van a sustituir porque en cuanto a la recopilación de datos fallan más que una escopeta de feria (hay que comprobarlo todo, todo) pero sí que pueden ayudar a encender esa llama de la inspiración, o echar una mano a la hora de estructurar un texto. Me atrevo a decir que tampoco nos van a sustituir a largo plazo, al menos en esta profesión. Al final, nada puede sustituir el toque humano, la cercanía y el contexto que pueden aportar las personas con talento, visión, estrategia y sobre todo, empatía.

Podría estar horas y horas hablando de la AI y de todos los debates abiertos que hay en torno a ella. Quizá siga con ello en otro artículo más adelante.

¿Y vosotros? ¿Qué pensáis de todo este debate? Me encantaría leeros. 

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