Hace ya mucho tiempo me recomendaron un vídeo que anda por Youtube (bueno, no anda, pero ya me entendéis) y que tuvo, y sigue teniendo. mucho éxito entre los internautas. Se trata de una conferencia televisada ofrecida por Emilio Duró, un catalán que, como dice él mismo, lleva «veinte años estudiando a las personas que encuentran parking».
Me llamó mucho la atención, porque la tendencia del ser humano es estudiar al que está mal (las facultades de psiquiatría y psicología no dejan de vomitar licenciados o graduados) pero no a aquellos que triunfan. ¿Por qué? ¿Es el ser humano negativo por naturaleza? ¿Por qué nos empeñamos en corregir las cosas que hacemos mal en lugar de hacerlas bien desde un principio? ¿Significa eso que no sabemos vivir?
Emilio Duró sostiene que las personas aprenden por emociones, ya que la memoria no está «situada» en el córtex (la parte «racional» del cerebro, por llamarlo de alguna manera), sino en el cerebro límbico. Repetía varias veces a lo largo del discurso; «hay cien mil avispas que no te pican. Pero tú solo te acuerdas de la que te pica. ¿Por qué? Porque has sentido dolor.»
Vaya, pues es cierto. Yo recuerdo a aquella avispa que me picó dos veces, en concreto en el cuello y en la barbilla estando en un campamento de verano. Mi monitor me dijo: «Has tenido mucha suerte. Si te llega a picar medio centímetro más atrás, se te podía haber inflamado la zona y te hubiese impedido respirar». Evidentemente, aquello no lo olvidé, ni he olvidado qué estaba haciendo en ese momento, ni las gafas que llevaba, ni siquiera la ropa. Sin embargo, no puedo hablar de ninguna otra vez que me haya perseguido una avispa que no me picó.
Esto significa que los seres humanos aprendemos por dolor, aprendemos por pasión, aprendemos por felicidad, aprendemos por angustia. Eso explica por qué las personas son capaces de cambiar cuando sufren un impacto emocional grande, ya sea bueno o malo.
El caso es que, si nosotros aprendemos por las emociones, ¿por qué nos regocijamos en las emociones negativas? Si todo es relativo, si todo depende del color con que se mire, ¿por qué casi siempre le ponemos un cristal de color negro o gris?
Creo que es cierto que nada es malo o bueno per se, somos los seres humanos los que lo convertimos en bueno o malo. Como decía Duró, «El ser humano es el único animal capaz de joderse la vida», porque no vemos la vida con positivismo, no le ponemos el cristal color rosa.
Está comprobado: la mayor parte de las preocupaciones que tiene la gente son por cosas que no han pasado y que nunca van a pasar. Hablamos de un 80% de las preocupaciones reales de las personas. Nos empeñamos en inquietarnos por cosas que no pertenecen al presente y que nos impiden ser felices, cosas que no deberían ocupar más de dos minutos en nuestra mente antes de que las desechásemos como tonterías o preocupaciones vanas.
Con esto no quiero decir que nos tengamos que olvidar del futuro y vivir a tope y probarlo todo y al cuerno con la planificación. Dios sabe que yo no podría mandar la planificación al cuerno. No. Para mí el futuro debería ser una meta: un lugar al que tenemos que llegar, un triunfo que queremos conseguir, un punto de llegada que no debemos perder de vista. Pero la mayoría de los obstáculos en el camino nos los ponemos nosotros. Creo que si viviésemos el presente de una manera más intensa, sin preocuparnos tanto por el futuro, simplemente dando todo lo que podemos dar de nosotros mismos, esforzándonos a tope en el momento presente… conseguiremos nuestra meta. Y en el caso improbable de que no lo consigamos, tendremos que tener en cuenta que hay otros factores que no dependen de nosotros que también influyen en nuestra vida y en nuestro destino. Pero no habríamos fracasado.
Duró nos dice que cantemos, que bailemos, que echemos los hombros hacia atrás, porque haciendo eso es imposible que estemos tristes. Que nos motivemos, que nos digamos que todo va a ir bien. Defiende que la mente no distingue entre mentira y verdad, y que, por ello, podemos engañarla introduciendo pensamientos positivos. Asegura que seremos más felices, y que las personas motivadas consiguen más éxitos que las personas que no lo están. Es decir, si un conferenciante afronta la charla pensando que el público le va a aplaudir, que va a colaborar, que va a tener un público atento… Probablemente lo consiga.
Os recomiendo que veáis el vídeo: las dos horas de discurso se hacen cortas.
Mientras tanto, me despido como hace él: Seguid locos